Historia

Jimena cuenta con un rico legado de época prehistórica, un grupo de pinturas rupestres en la Cueva de la Graja, que ponen de manifiesto la cultura de los grupos de pastores que entre el IV y III milenio a.C. poblaban las sierras meridionales. De esta etapa se han inventariado varios asentamientos en su término municipal, entre los que sobresale el de Cerro Alcalá, referencia fundamental para la prehistoria e historia antigua de esta localidad así como para la época medieval.

En la etapa ibérica Cerro Alcalá será uno de los oppidum del siglo VI a.C. que seguirá ocupado en los siglos siguientes hasta época romana. Algunos investigadores han relacionado Cerro Alcalá con la Ossigi a la que hacen referencia las fuentes escritas. Numerosos hallazgos epigráficos y constructivos demuestran que este asentamiento ostentaría algún tipo de estatus romano como Municipium.

En época árabe se produjo una intensa ocupación del término municipal de Jimena por pequeñas poblaciones rurales o alquerías. Esta población contaba con varias fortificaciones para refugio, Fuente del Moro, Cerro Alcalá o el que se menciona en las crónicas como San Istibin o San Astabin, topónimo que ha quedado en un paraje próximo a Jimena, Santisteban. Según las crónicas éste fue uno de los castillos en los que se rebelaron los Banu Habil contra el poder del emir cordobés. Jimena (Xemena) pudo ser otro de estos castillos o una alquería fortificada tras la conquista cristiana.

Jimena fue conquistada por Fernando III el día de Santiago de 1234 e integrada en las tierras del Concejo de Baeza. En 1284 pasó a ser propiedad de don Pedro Ruy de Berrio. Durante los siglos XIV y XV fue un pequeño señorío hasta que en 1434 el rey Juan II la entregó a la Orden de Calatrava, que constituyó la encomienda de Torres, Canena, Jimena y el heredamiento de Recena.

En el siglo XVI Jimena, alineada junto a Baeza, participó en el conflicto comunero en la Castilla de Carlos V, incluso sirvió de reducto oculto a comuneros. Terminados estos sucesos fue vendida por el emperador Carlos V a su secretario Don Francisco de los Cobos. Desde esta fecha Jimena fue señorío de don Francisco de los Cobos y después de sus descendientes los Marqueses de Camarasa, hasta la extinción de los privilegios señoriales en 1812.


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